Marcos 1:11
Complacencia: Satisfacción, placer y contento que resulta de algo. En el griego original, además resalta la idea de una buena disposición a realizar lo bueno.
Durante la lectura paralela en los evangelios, podemos encontrar al menos dos pasajes donde el Padre se refiere a Jesús como su hijo amado en quien tiene "complacencia" (Mateo 3:17 y 17:5), esto es fiel cumplimiento de una profecía hecha por Isaías (ver Isaías 42:1). David también lo dijo en el Salmo 2:7, la cual mas adelante es recordada por el mismo Mateo (ver Mateo 12:18).
En algunas otras traducciones o versiones, esta frase la podemos encontrar de las siguientes maneras:
- "en ti me he complacido" (LBLA)
- "estoy muy contento contigo" (TLA)
- "me das gran gozo" (NTV)
- "estoy muy complacido contigo" (NVI).
¿Por qué Dios se complacía tanto en Cristo?
Al escudriñar sobre la vida de Jesús, encontramos pasajes donde en todo momento él actuaba según lo que el Padre le decía o le había enseñado. Durante el tiempo que estuvo en la tierra, Jesús vivió en una comunión perfecta con él.
Algunos ejemplos de esto, los podemos encontrar en los siguientes pasajes:
- Juan 5:19. Explica sobre la autoridad que le fue dada del Padre.
- Juan 5:30. Busca hacer la voluntad de su Padre que le envió.
- Juan 10:18. Entrega su vida y la vuelve a tomar para llamar a las ovejas a su redil. Es el mandamiento que le dio su Padre.
- Juan 15:10. Guardó los mandamientos de su Padre, permaneció en él.
Los pasajes donde se declara que es el amado y que provoca complacencia en el Padre, se enmarcan en dos episodios importantes del Ministerio de Cristo. Uno al comienzo, cuando recibe el Espíritu Santo durante el bautismo en el río Jordán y la segunda ocasión donde se repiten exactamente las mismas palabras, es en la transfiguración al haber concluido su ministerio, en resumen, al inicio y al final. Podríamos concluir o meditar, que durante todo el ministerio, Jesús agradó a Dios en lo que hizo.
El pueblo antiguo no guardó los mandamientos de Dios, fueron idólatras, murmuradores, fornicadores, etc. (1 Corintios 10:6-11), a pesar de que habían comido y bebido del mismo pan celestial. Esto ocasionó la ira de Dios y que fueran dejados en el desierto por que él no se agrado de ellos (1 Corintios 10:5).
Muchas veces nuestra mayor preocupación es que irá a decir la gente, nuestra familia o nuestros hermanos en la fe. Dejamos de hacer o hacemos cosas en función a la opinión de los demás. ¿Cuantas veces no damos rienda suelta a nuestra pasión, amor o adoración por no dar una mala impresión o por el que dirán?. Contristamos al Espíritu Santo (Efesios 4:30) en nuestro corazones, pensando en los demás, cosa que no debemos hacer porque si estamos en el Señor, somos un Espíritu con Él (1 Corintios 6:17).
Debemos recordar que no seremos juzgados por los hombres si no por el Tribunal de Cristo (2 Corintios 5:10). Jehová ya cansado de las malas palabras de su pueblo, vendrá a limpiarlo para que su ofrenda sea nuevamente aceptable delante de su trono y además, será de testigo en contra de los que estén lejos de él, esto es a los que no le han tenido temor (Malaquías 2:17 a 3:5), y como dice este pasaje: “¿Podremos estar de pie cuando el venga?”.
Cristo a dado todo por nosotros (Filipenses 2:5:11) ¿Seremos capaces de negarle algo a él? ¿No sería justo que como mínimo también nosotros vivamos para él?. En muchas ocasiones se dice que moriríamos por él, pero ¿somos capaces de Vivir para él? (Filipenses 1:21).
Nuestra mayor preocupación no debe ser el que dirán ya que el que nos Juzga es Cristo (1 Corintios 4:3-4), por lo tanto, nuestro esfuerzo debe estar centrado en permanecer día a día en obediencia a él y haciendo su voluntad, para que el Padre desde su trono con una amplia sonrisa, también pueda decir de nosotros:
“Tú eres mi hijo(a) amado(a), en ti tengo complacencia”.
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