Ingratitud

Lucas 17:11-19 (17)

Uno de los pasajes mas conocidos en la biblia es el de los 10 leprosos que suplicaron misericordia al Maestro. Jesús al escucharlos les ordenó que fuesen ante los sacerdotes quienes eran los responsable de verificar la sanidad como lo ordenaba la ley (nótese el paso de fe de estos hombres, que fueron ante el sacerdote antes de ser sanados). Durante el camino, ellos se dieron cuenta que habían sido sanados, más sólo UNO!!! de ellos regresó glorificando a Dios a gran voz y se postró rostro ante Jesús en tierra a sus pies dándoles las gracias (cabe destacar que el que volvió no era Judío, si no Samaritano). Jesús le pregunta: “¿No eran 10? ¿y los otros nueve? ¿No hubo nadie que volviese a glorificar a Dios sino este extranjero? “. Claramente podemos ver que a Jesús no le gustó nada la poca gratitud de los nueve restantes.

Generalmente cuando leemos este pasaje, lo primero que se nos viene a la mente es la gratitud que tuvo este extranjero por la obra de sanidad que había recibido. Pero ¿y los otros nueve ingratos? sobre estos, trataremos nuestro estudio.

¿Que es la gratitud?

Según la RAE es un "sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera". La ingratitud obviamente es lo contrario, pero para entenderlo mejor se define como: "Desagradecimiento, olvido o desprecio de los beneficios recibidos".

El ser agradecidos de Dios es una ordenanza (1° Tes. 5:18) y como tal debe estar en todos los hijos de Dios de forma natural, pero lamentablemente muchos siguieron el camino de no agradecer y en los casos mas graves, se envanecieron y su necio corazón fue entenebrecido (Romanos 1:21). También muchos devolvieron mal por bien (Salmo 35:12; 109:5), al mismo Jesús le pagaron de esa forma (Juan 10:32), pero como veremos mas adelante esta conducta no trae buenas consecuencias.

También el ser ingrato es una de las características común de los impíos, quienes a pesar de haber conocido a Dios no lo glorificaron ni le dieron las gracias (Romanos 1:21). Por lo tanto, la ingratitud es consecuencia de no reconocer a Dios como tal y esta actitud no debe estar por ningún motivo en nosotros. Así como se peca por no reconocerlo, también se peca por no dar las gracias.

Un ejemplo claro de ingratitud es la del pueblo de Israel, los que a pesar de todos los beneficios obtenidos a lo largo del camino hacia la tierra prometida, no entendieron sus maravillas ni se acordaron de esas grandes obras (Salmo 106:7). ¿Nosotros nos acordamos de sus obras y maravillas? o tendremos que escuchar a Moisés decir: ”¿Así pagas al Señor pueblo loco e ignorante?” (Deut. 32:6) y esto a pesar de que Dios ya les había hecho una advertencia al respecto (Deut. 8:11-20).

Y nosotros, viendo sus maravillas a diario, beneficios, poder, ayuda, pensando en que él nos creo, nos provee, nos cuida, etc. ¿Glorificamos al Rey eterno? ¿Cuantas veces nos hemos olvidado de agradecerle?. Aunque estemos en prosperidad, nuestras despensas estén llenas, nuestro cuerpo con vitalidad, no tengamos enfermedades, entre otras, hagamos nuestras las palabras del salmista y bendigamos a Jehová con todo nuestro ser y no nos olvidemos de ninguno de sus beneficios (Salmo 103:2).

Consecuencias de no ser agradecidos.

El no ser agradecidos tiene consecuencias como:

  • El mal no se apartará de nuestra casa (Prov. 17:13). Esto le sucedió al pueblo de Israel. Dios los libró, los prosperó, pero cuando lo provocaron a ira con tanta idolatría los entregó en mano de sus enemigos (Neh. 9:20-27).
  • Otro ejemplo es el de una de las hijas de Oseas, quien no reconoció que Jehová era el que proveía todo en su casa y además se deleitaba en su propio pecado (Oseas 2:8-9). A consecuencia de, Dios quitó lo que había provisto.

En resumen podemos concluir que: estaremos en mal, seremos entregados en manos de nuestros enemigos y será quitada la provisión. Por lo tanto debemos ser como aquel extranjero que a gran voz glorificaba a Dios por el gran milagro.

En nuestros pensamientos debe estar el Salmo 89:1:

89:1 Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente;
De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca.

¿Cantaremos, agradeceremos y glorificaremos perpetuamente a Dios por sus misericordias? ¿Lo diremos a todas las generaciones?. Lo debemos hacer, porque definitivamente él se lo merece.

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